Sentir molestias al entrenar es común, pero el dolor en la espinilla al correr puede ser una señal de alerta. En este artículo, creado por Club de Corredores, te contamos todo lo que necesitas saber sobre correr con periostitis, una de las lesiones más frecuentes entre runners de todos los niveles. ¿Qué puedes hacer si no quieres dejar de correr, pero tampoco agravar tu condición? Aquí te lo explicamos.
¿Qué es la periostitis tibial?
La periostitis tibial es una inflamación del periostio, el tejido que recubre la tibia. Se manifiesta como un dolor punzante o constante a lo largo del hueso de la espinilla, especialmente tras correr o realizar entrenamientos repetitivos de impacto.

¿Por qué aparece?
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Aumento repentino de volumen o intensidad en los entrenamientos
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Uso de calzado inadecuado o desgastado
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Técnica de carrera deficiente
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Superficies duras o inclinadas
Este problema afecta especialmente a quienes se inician en el running o están en etapa de preparación para carreras largas.
¿Es posible correr con periostitis?
La clave está en la adaptación
Sí, es posible correr con periostitis, pero solo si tomas las medidas necesarias para evitar el empeoramiento. Continuar sin ajustar tu rutina puede provocar una lesión más grave como una fractura por estrés.
¿Qué se puede hacer?
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Reducir la carga de entrenamiento: baja el kilometraje y evita sesiones intensas.
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Cambiar el tipo de superficie: corre sobre césped o pista de atletismo.
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Mejorar el calzado: usa zapatillas con buena amortiguación y adecuadas a tu tipo de pisada.
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Aplicar hielo tras correr: disminuye la inflamación y alivia el dolor.
Estrategias clave para correr sin riesgos
Estiramientos y fortalecimiento específico
Uno de los pilares del tratamiento para periostitis tibial es fortalecer la musculatura de la pantorrilla y el pie.
Ejercicios recomendados:
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Elevaciones de talón
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Flexiones plantares con banda elástica
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Estiramientos de sóleo y gemelos
Practícalos diariamente, incluso los días de descanso, para acelerar la recuperación.
Correcciones en la técnica
Ajustar tu forma de correr puede marcar la diferencia. Considera:
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Reducir el impacto aterrizando con la parte media del pie
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Acortar la zancada
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Mantener una cadencia alta (170-180 pasos por minuto)
Consultar con un entrenador o fisioterapeuta especializado puede ayudarte a identificar y corregir errores.
Cuándo parar: señales de advertencia
Correr con molestias leves puede ser manejable, pero si experimentas alguno de estos síntomas, detente y consulta a un profesional:
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Dolor agudo incluso al caminar
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Hinchazón visible en la espinilla
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Empeoramiento progresivo pese al reposo
Ignorar estas señales puede llevarte a una lesión más seria y prolongar el tiempo de recuperación.
Herramientas y apoyos que marcan la diferencia
Plantillas ortopédicas
Si tienes pie plano o arco elevado, una plantilla personalizada puede ayudarte a distribuir mejor el impacto y prevenir la sobrecarga tibial.
Terapias complementarias
Además del ejercicio, el uso de terapias como la electroestimulación, masajes deportivos o punción seca puede acelerar la recuperación.
Consulta siempre con un fisioterapeuta especializado en lesiones deportivas.
Tu mente también corre
Lidiar con una lesión puede ser frustrante, especialmente si estás entrenando para una carrera o buscando mejorar tus tiempos. Recuerda que:
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Escuchar a tu cuerpo es parte del entrenamiento.
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Ajustar tu rutina no es fracasar, es ser inteligente.
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La prevención y el tratamiento adecuado harán que vuelvas más fuerte.
Dale la vuelta a la lesión
Correr con periostitis no significa resignarte al dolor o dejar tu pasión. Significa aprender a adaptarte, respetar tus límites y aplicar estrategias efectivas. Con conocimiento, apoyo y paciencia, tu camino como corredor puede continuar sin poner en riesgo tu salud.