Practicar deporte de forma regular es esencial para mantener una buena salud, y correr se ha consolidado como una de las actividades más populares por su accesibilidad y beneficios cardiovasculares. Sin embargo, al correr en ciudades contaminadas, surgen riesgos importantes para la salud respiratoria. Desde el Club de Corredores, compartimos una visión informada sobre cómo proteger los pulmones sin renunciar a la práctica del running urbano.
El impacto de la contaminación al correr
Durante la carrera, la frecuencia respiratoria se incrementa de manera significativa, lo cual provoca una inhalación más profunda y rápida del aire circundante. En entornos urbanos, este aire puede contener una elevada concentración de contaminantes como partículas finas (PM2.5), dióxido de nitrógeno, monóxido de carbono y ozono, todos ellos asociados a enfermedades respiratorias e inflamación pulmonar.
Expertos como la American Lung Association advierten que la exposición continua a estos elementos durante el ejercicio puede tener consecuencias serias a largo plazo, especialmente en personas con afecciones preexistentes o alta sensibilidad ambiental.

Indicadores para evitar el ejercicio al aire libre
Algunos síntomas y condiciones ambientales pueden alertarnos sobre un riesgo elevado al correr en exteriores:
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Presencia de tos seca o irritación en garganta durante el entrenamiento
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Niebla visible o smog persistente
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Olores fuertes a químicos o combustibles
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Alertas ambientales sobre calidad del aire
Recomendaciones para correr con seguridad en ciudades contaminadas
1. Verificar el índice de calidad del aire (AQI)
Antes de salir a correr, es fundamental consultar el nivel de contaminación a través de aplicaciones móviles o sitios especializados. Un índice AQI inferior a 100 suele ser seguro para la mayoría de las personas; en niveles superiores, se recomienda limitar o modificar la intensidad del ejercicio.
2. Elegir horarios de baja concentración contaminante
Los momentos más adecuados para correr suelen ser temprano por la mañana o tras la caída del sol, cuando los niveles de ozono y otras partículas tienden a disminuir. Como se suele indicar desde el ámbito médico-deportivo, la recomendación habitual es evitar el ejercicio con altos niveles de contaminación para poder proteger la salud.
3. Seleccionar rutas alejadas del tráfico
Correr en parques, zonas verdes o calles con escasa circulación vehicular ayuda a minimizar la exposición directa a contaminantes. Cuanto mayor sea la distancia respecto a las avenidas principales, menor será el riesgo respiratorio.
4. Uso de mascarillas con filtro
En entornos con contaminación frecuente, el uso de mascarillas con filtro PM2.5 puede representar una barrera efectiva. Aunque pueden resultar incómodas, son útiles para reducir la cantidad de partículas nocivas que ingresan al sistema respiratorio.
5. Modificación del tipo de entrenamiento
En días con baja calidad del aire, es aconsejable optar por rutinas de menor intensidad, evitando picos de esfuerzo que impliquen inhalaciones profundas y aceleradas. Esta estrategia reduce la carga de contaminantes absorbidos durante el ejercicio.
Alternativas saludables en interiores
Cuando los niveles de polución son demasiado elevados, conviene trasladar la actividad física a espacios cerrados:
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Entrenamientos en cinta de correr
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Clases dirigidas o rutinas de fuerza bajo techo
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Ejercicio funcional o de movilidad en el hogar
Correr en ciudades contaminadas plantea un desafío para quienes desean mantener un estilo de vida activo sin comprometer su salud. Desde el Club de Corredores, recordamos que la protección de la salud respiratoria debe ser una prioridad. La recomendación habitual es evitar el ejercicio con altos niveles de contaminación para poder proteger la salud, y eso implica tanto vigilancia ambiental como adaptabilidad en la rutina de entrenamiento.
Con las estrategias adecuadas, es posible seguir corriendo de manera segura incluso en entornos urbanos adversos.